Hablar de la ética en la clínica psicoanalítica es hablar de la dirección en el tratamiento. Lacan al dictar un seminario sobre la ética del psicoanálisis en los años 59-60 establece ciertas pautas a partir de las huellas dejadas por Freud como en el “Malestar en la cultura”, “El porvenir de una ilusión”, “Moisés y la religión monoteísta”, “Tótem y tabú”, entre otros textos, re-planteando y re-leyendo estos escritos desde el Das Ding freudiano de los primeras épocas. El Das Ding re-significa y re-interpreta pero también re-posiciona a Lacan en relación a la obra de Freud.
Hay una búsqueda, por parte de Lacan, de esa especificidad que hace al psicoanálisis, que no estará del lado de una terapéutica (por ende de una psicopatología), sino de una ética. Imprimiendo con dicha axiomática un paso trascendental de cambio, el cual conlleva a poner sobre la mesa de disección el concepto de hombre y el concepto de humano.
A partir de Lacan la ética toma otro estatuto. Una ética que no es ni religiosa, ni producto de un consenso traducible en una legislación sobre los derechos del hombre. Así como tampoco una ética atemporal, ni universal, proclama de la civilización, en lo social y en lo cultural. Althusser haciendo suya esta postura dirá que sería “preciso comprometerse en la vía que él llamaba de un anti humanismo teórico”.
Son varios los pensadores que toman a partir de aquí la brecha abierta por Lacan: Foucault, Althusser, Deleuze, Badiou,… .
Badiou denunciará una filosofía y una ideología de nuestro post-modernismo al servicio de “las máximas del orden ‘occidental’ establecido” que “desplegaron un violento movimiento reactivo, respecto de todo lo que los años sesenta habían pensado y propuesto”. “No podía soportar la arrogancia de todos aquéllos que, al pretender hacer tabla rasa del pensamiento de los sesenta (Foucault, Althusser, Lacan,…), nos presentaban, como una gran novedad, una especie de moralismo académico totalmente irrisorio. No veía yo en esta operación, retomada por la televisión, la prensa y finalmente por todos los políticos, más que un retorno a unas antiguallas reaccionarias totalmente identificables…Pero... Me parece peligroso dejar la bella palabra 'ética' en manos de los perros guardianes ...”. Aunque sea “una pesada tarea,(...), arrancar los nombres a quienes prostituyen su uso”. Como sucedió con Freud ¿nuevamente se ha encontrado un antídoto para la peste?
Lacan por sugerencia de Jakobson se encuentra con un pensador del siglo XIX, casi dejado en el olvido por la historia, que fue reflotado en 1951 por Charles Ogden, su nombre Jeremy Bentham, y con él su “Teoría de las ficciones”. “Este personaje está lejos de merecer el descrédito, incluso el ridículo, que cierta crítica filosófica podría señalar en lo referente a su papel en el curso de la historia del progreso ético.”, nos dirá Lacan en su seminario de la Ética del psicoanálisis, ubicándolo como un punto clave entre Aristóteles y Freud, de viraje en la historia del pensamiento sobre la ética; sin embargo ignorado y sepultado bajo la moral kantiana.
La “Teoría de las ficciones” le permite a Lacan seguir desbrozando un concepto complejo y conflictivo hasta para el propio Freud, quien se ve llevado por su teoría y la lógica interna en la cual se asienta, a proponer la sublimación como un fin, sin dejar de darse cuenta que en lo real de la praxis y de la vida misma, los cantares son otros.
Lacan se dedica, como en ningún otro seminario, a analizar el concepto de sublimación, así como también lo hará pero en menor medida en la “La lógica del fantasma” y en “De un Otro al otro”. En la Ética, catorce de las veinticuatro clases se abocan al concepto de sublimación. ¿Pero qué intenta Lacan? ¿Darle consistencia a este término? ¿Intenta ahondar en el mismo para así poder dar repuesta ahí donde Freud no puede hacerlo? O lo interroga de tal manera de llevarlo hasta sus últimas consecuencias que harán que caiga por su propio peso, llevándonos a preguntarnos: ¿Puede ser la sublimación un término psicoanalítico sostenible? ¿No comienza a trazar un nuevo camino al introducir el mito de Antígona?
El año pasado veíamos como Lacan teorizaba sobre la construcción y estructuración del objeto en diálogo con el cambio de concepto con respecto al objeto desde la perspectiva del arte llevado a cabo por Duchamp; subvirtiendo lo planteado hasta el momento sobre la relación sujeto-objeto. Una nueva subversión, como la hubo otrora – que Lacan tiene muy en cuenta- en los siglos XVI y XVII, con el objeto llamado de la anamorfosis . Esta profundización sobre el objeto como estructura y no sólo desde el ángulo de la función, abren la senda para el nacimiento de la teoría lacaniana.
“La ética del psicoanálisis” no es un punto de llegada sino de partida, a la cual debemos volver para hacer una nueva torsión sobre ella desde la nueva perspectiva tanto conceptual como topológica que genera e impulsa Lacan en las siguientes construcciones.
Goce, amor, deseo, son tres estructuras para Lacan a partir de determinado momento. Semejante postulado nos conduce a tener que analizar profundamente cada una, conduciéndonos hacia otra lógica en la que la dirección de la cura y su ética, se ven fuertemente implicadas.
Fecha inicio: Miércoles 1º de setiembre de 2010
Lugar: Av. Brasil 2532 y Brito del Pino
Horario: 20.30 hs
Frecuencia semanal – cinco reuniones
Contribución a gastos: 100 pesos
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